• Presentar la lectura como una obligación o un castigo.
  • Un niño tiene derecho a que no le guste un libro o a decidir que en este momento no quiere leer. Como adultos también pasamos por esos momentos.
  • Presentar al libro como algo “superior” a la televisión, al cómic, a los videojuegos o al juego: cada uno tiene su finalidad y su momento. Oponer uno a otro es provocar una batalla innecesaria. Cada instrumento juega un rol en el entretenimiento y formación del niño.