• Como adultos que convivimos con niños (seamos padres, abuelos, maestros) debemos aprender a respetar sus gustos e intereses. Cuando ellos eligen un libro lo hacen por múltiples razones. Los personajes, las ilustraciones, los colores, lo que leen sus amigos… antes de decirles que no, exploremos por qué quieren ese libro en particular y ayudémosle a encontrar una mejor opción para satisfacer esa inquietud. La curiosidad alimentará su placer por la lectura.
  • Otra opción es hablar con él sobre nuestros propios gustos. En lugar de prohibirle la lectura explicarle por qué para nosotros no parece una lectura adecuada y esperar a que nuestro hijo o hija nos dé sus propios argumentos. Aprovechemos la oportunidad de dialogar a partir de nuestras lecturas.